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LUCES PARA LA VIDA CRISTIANA

Pedro y los Apóstoles esperaban encontrar la gloria humana, la fama y el poder al lado del Señor. No querían renunciar a su idea de un Mesías triunfante y glorioso, poderoso rey y caudillo. Confiaban que Él pronto instauraría el Reino de los Cielos en el mundo. Con el favor de Dios, rodeado de huestes angélicas, derrotaría sin esfuerzo a los enemigos de Israel, sometiéndolos definitivamente a su dominio. Cristo debía triunfar, humanamente hablando, y ellos estarían con Él, gozarían de su gloria, participarían de su espectacular triunfo. Mas el Señor les habla de otra cosa, radicalmente opuesta: deben prepararse para el rechazo, para sufrir la ignominia, para afrontar el fracaso humano, para ser perseguidos como unos malhechores y para morir por Cristo y por el Evangelio. Es verdad que quisiéramos que en la vida cristiana todo fuese cuesta abajo, un “camino de rosas” sin espinas. Pero he aquí que el Señor advierte a quien quiera seguirlo que debe disponerse a transitar un camino se
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